Los cristales de cuarzo se activan por medio del sonido, el
calor y la presión. Los cristales activados (la activación se puede conseguir
por medio del sonido del cuenco) emiten un campo de energía que abarca sesenta
centímetros cúbicos por gramo de masa de cristal y amplifica cualquier tipo de
energía mental que transporte dicho impulso.
En los Puranas (antiguos textos Vedas de la India) se dice
que el cristal de cuarzo puede aumentar los pensamientos hasta 15.000 veces.
"El cristal de cuarzo amplifica los pensamientos y
emociones de los hombres que se relacionan con él... De ahí que quienes se han
sentido atraídos por sus propiedades cultiven la mente cristalina en sus
pensamientos, palabras y obras. El cristal de cuarzo es el cristal de la
voluntad, el deseo de ser. Con una sola presencia en tu entorno, invoca en ti
la voluntad de alcanzar la plenitud, estimulando un proceso de transformación
en múltiples niveles".
Los cristales de cuarzo pueden vibrar u oscilar de una forma
regular y tienen una estructura molecular interna en espiral (muy similar a la
del ADN). Esto hace que los cuencos de cuarzo tengan unas propiedades sonoras
únicas. Producen una onda sinusoidal pura y crean un sonido multidireccional
que se expande hasta 8 kilómetros de distancia y que puede durar varios minutos
antes de extinguirse. "El sonido parece que va a un oído, luego al otro,
luego detrás, más tarde parece que viene del suelo".
Por el principio de resonancia, base de toda terapia que se
realiza con sonido, los cuencos de cuarzo producen una armonización entre su
vibración y la de la persona. La vibración producida por los cuencos tienen el
poder de hacer vibrar los átomos y reorganizarlos en una estructura cristalina,
que es más fuerte, es decir, más armónica, más sana.
Su sonido afectará de una manera global al individuo,
equilibrando primero su cuerpo energético y los chakras (centro de energía) y
limpiando el campo áurico. La vibración repercute en la columna que actúa como
un poderoso vehículo de resonancia, y se extiende a través del sistema nervioso
a nuestras células, tejidos y órganos.
Los cuencos de cristal de cuarzo ofrecen distintas
posibilidades de trabajo de acuerdo de los distintos tamaños y notas en los que
están afinados. Los sonidos más graves producen un "enraizamiento" en
la persona porque afectan a los centros inferiores de energía. Son más amplios,
contienen más armónicos, son más femeninos.
Los más agudos resuenan en las zonas superiores del cuerpo
(pecho, garganta y cabeza). Son sonidos más focalizados, más intensos; son más
masculinos.
Los científicos norteamericanos Marcel Voguel y Normand
Nikesell han podido observar que los tejidos sanos en el cuerpo guardan mayor
organización cristalina en su estructura, mientras que en los que muestran
signos de deterioro esta organización atómica se rompe.
Es sabido que el ser humano en la actualidad utiliza sólo un
pequeño porcentaje de su capacidad cerebral; alrededor de un 10% o incluso
menos. El cerebro actúa por medio de la información que le llega a través de
los impulsos eléctricos transmitidos por las neuronas. Por medio del sonido es
posible cambiar los ritmos de nuestras ondas cerebrales, así como el latido de
nuestro corazón y nuestra respiración. A esto se lo conoce como
"resonancia forzada" e implica "la capacidad de las vibraciones
más potentes de un objeto para cambiar las menos potentes de otro objeto y
hacer que sincronicen sus ritmos con los del primer objeto".
Las ondas del sonido producido por los cuencos de cuarzo
inducen a un estado de una gran relajación (estado alfa y zeta); llevan a la
mente un estado de calma. El sonido de los cuencos conduce a la conciencia a un
viaje interior, a un sentimiento de plenitud y vacío. Lo que los maestros zen
llaman "llenarse de vacío". Nos inducen hacia el silencio interno en
el que podemos salir de los estrechos límites del intelecto para adentrarnos en
la paz del alma y la experiencia de nuestro espíritu, dándonos la oportunidad
de ver el mundo y a nosotros mismos con otra percepción. Se ha podido comprobar
que en esos estados hay un aumento significativo de la producción de linfocitos
T en sangre, responsables del sistema inmunológico.
También el sonido cristalino repercutiendo en el cerebro,
detona en el hipotálamo la secreción de hormonas curativas tales como:
endorfinas, dopaminas y serotonina. Así, los cuencos de cuarzo contienen dentro
de sí un poder que va mucho más allá de la mera musicalidad y que requiere tanto
de nuestra apertura consciente para ser percibido como de la correcta
disposición e intención para ser utilizado. Con el cuenco establecemos una
relación "personal" de corazón a corazón, de mente a mente.
En palabras del DR. L. Gaynor, oncólogo norteamericano, que
habitualmente trabaja con los cuencos de cuarzo con sus pacientes, "el
sonido puede guiarnos, como un láser, al centro mismo de nuestra esencia, a la
realización más alta de nuestro espíritu y lograr manifestar un cuerpo
saludable".